A lo largo de los años, los olivareros han desarrollado diferentes formas de cultivo, correspondientes a las necesidades específicas del agricultor y del área en la que se encuentran los árboles. De hecho, la elección del sistema depende de muchos factores, como el cultivar y la biología de la planta, los recursos disponibles en el suelo y el resultado estético que se desea.
Tampoco se deben subestimar los objetivos económicos de la finca, el destino de los frutos (para mesa o aceite), el método y la maquinaria que se utilizará en las operaciones de recolección y poda. Obviamente, proteger el bienestar de la planta es fundamental y permite obtener un doble resultado, que es una producción abundante y una larga vida del árbol.
¿Cuáles son las formas de cultivo más comunes hoy en día en el sector olivarero?
La maceta policónica
Esta forma de cultivo es una de las más utilizadas y se caracteriza por la presencia de un único tronco a unos 140 cm del suelo, del que se ramifican de tres a seis ramas primarias. Éstas están inclinadas con ángulos de unos 120° y tienen una copa en forma de pirámide, precisamente llamada “cono”. El ápice de cada rama consta de una única punta, mientras que la parte vegetativa y productiva quedará mayoritariamente en la parte inferior y exterior de las frondas.
El cultivo en macetas policónicas permite una buena penetración de la luz a través del follaje y una excelente producción de frutos. Además, es apta para todo tipo de planta y simplifica las operaciones de cultivo, que pueden realizarse tanto de forma manual como gracias a sistemas mecanizados. Por otro lado, los olivos cultivados en macetas policónicas requieren una poda constante y precisa para mantenerse sanos y productivos.
El globo
Esta forma de cultivo es similar a la maceta policónica, debido al hecho de que la copa del árbol se inserta en un único tronco, que está a unos 1-1,2 metros del suelo. En este caso, sin embargo, numerosas ramas secundarias se ramifican de las principales para formar una especie de esfera, mientras que la parte más interna de la copa del árbol no queda vacía, como ocurría en la forma de cultivo analizada anteriormente.
Este sistema es particularmente popular en áreas donde la intensidad de la luz es muy alta, porque el follaje denso logra proteger el tronco y las ramas principales del exceso de radiación y garantiza el grado adecuado de insolación para cada porción de la planta. Sin embargo, se requieren podas particularmente frecuentes para poder clarear suficientemente el follaje y permitir que la luz y el aire lleguen a cada rama de manera homogénea.
La superficie productiva se concentra en la parte externa de la copa y no en la interna más umbría. Ua de las ventajas de esta forma de cultivo es su compatibilidad con los sistemas de cosecha mecánica.
La maceta arbustiva
En esta forma de cultivo no existe un tronco real y las ramas principales parten directamente de la base o de un tronco muy corto. El sistema ha sido creado originalmente para poder recuperar plantas dañadas por heladas o incendios y, aún hoy, es efectivo tanto para ese propósito como para la producción.
Las ramas principales, generalmente 3 o 4, se inclinan en la parte inicial y luego se dejan crecer en sentido vertical. La copa se puede tratar de diferentes maneras, como una maceta policónica o de estructura diferente, siempre dentro del ámbito de las formas de las macetas. Los olivos cultivados de esta forma mantienen una copa baja y que se poda fácilmente, normalmente más densa en el interior que en el exterior de la planta. Esta forma de cultivo permite que las plantas entren antes en producción y además se adapta a diferentes variedades de olivo.
La pequeña altura también permite una fácil cosecha, pero los sacudidores para la recolección y otros métodos mecanizados de procesamiento de plantas y suelos no se pueden usar con éxito.
El monocono
En esta forma de cultivo, el tronco empieza a ramificarse a aproximadamente 1 m del suelo. De aquí salen sus ramas principales. Las ramas secundarias tienen ángulos muy amplios y se colocan casi horizontales con respecto al suelo, disminuyendo en longitud a medida que se avanza hacia la parte superior de la copa. La forma del olivo cultivado con el método monocono es, por tanto, similar a la de las ramas individuales de la maceta policónica.
Perfecta para cultivares que tienen un habitus vegetativo ascendente y un bajo potencial de crecimiento, esta forma específica de cultivo requiere podas muy frecuentes para contener la expansión lateral y vertical de las ramas de los olivos. La copa, sin embargo, es muy regular y se adapta bien a las operaciones de recolección mecánica.
Monocaule de copa libre
También en esta forma de cultivo hay un único tronco del que sale una copa libre para crecer según su propio habitus. Este sistema ha sido creado para reducir los costos, ya que las intervenciones de poda en el monocaule de copa libre son raras y rápidas.
El objetivo de cada sesión debe ser simplemente mantener el eje central de la planta, eliminar los retoños y aclarar cualquier área de la copa que pueda ser demasiado densa. Además, la cosecha se puede realizar con cosechadores mecánicos, lo que reduce aún más el costo y el tiempo de mano de obra.
Entre los principales inconvenientes de esta forma de cultivo se encuentran el aspecto estético poco pulcro de las plantas y el alto nivel de especialización necesario para poder realizar una poda precisa de los olivos.
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